Los persas se las arreglan para sobrevivir
Las ferias callejeras están sintiendo la crisis: hay quienes los abandonaron, pero hay nuevo público que los visita.
Las ferias callejeras están sintiendo la crisis: hay quienes los abandonaron, pero hay nuevo público que los visita.
ALFREDO GALLEGUILLOS CASTRO
"Llegué como comerciante común y corriente hace 15 años. Antes era microbusero, pero la situación fue empeorando, igual que ahora", comenta Luis Jiménez, locatario de uno de los tantos centros comerciales denominados "persas" que hay en la capital, el Persa Bulnes.
Lo bueno fue que encontró una fuente de ingresos más interesante en la venta de accesorios y cachureos varios, que ahora le ha convertido en "patrón" de 15 personas y propietario de un centenar de locales. "Hay gente que llora, pero los comerciantes no pueden decir que están mal", agrega.
Los Persas constituyen una tradición comercial en nuestro país de hace más de 50 años, especialmente para los segmentos de clase media y baja. La denominación "persa" proviene de los mercados de las grandes capitales de Oriente, donde las ferias callejeras se extendían sin límites. Sus versiones criollas mezclan locales diminutos, unos pegados a otros, y vendedores ambulantes (con y sin patente municipal), que conforman un panorama bastante exótico de rarezas y antigüedades, desde discos de vinilo, baúles, accesorios para celulares, pinturas, armas, muebles y ropa.
Y según los comerciantes de los persas, la crisis ahuyentó a tanta gente como la que atrajo.
Vigilancia del SII
Los hay distribuidos en casi todas las comunas de la Región Metropolitana, aunque los más conocidos son el Persa Biobío, Persa Parque de Los Reyes y Persa Bulnes. Sólo en calle Balmaceda existen cuatro persas: uno de muebles, de autos, ropa y otro de baratijas varias. Por su parte, el Biobío se divide en al menos tres sectores: cachureos, ropa y muebles. Por norma, la atención es de viernes a domingo, más los feriados del año.
Según Camilo Valdés, dirigente de la Cooperativa de Plazas Techadas del Persa Biobío, unas 15 mil personas visitan cada día de funcionamiento ese sector comercial, que abarca unas 10 cuadras del sector entre las calles Franklin y Placer, desde San Diego hasta Carmen. Sólo en el Persa Biobío de calle Placer existen 1.200 locales, cifra que se multiplica varias veces al pasar a los galpones del sector antiguo, un par de cuadras más arriba.
Sin embargo, la delincuencia, la evasión del IVA y el dudoso origen de algunos de los "cachureos" ofrecidos en la calle ponen una guardia sobre la transparencia en la actividad de estos populares sectores comerciales. "Todos los días tenemos inspectores de Impuestos Internos", sentencia Valdés, quien se queja de las multas y esporádicas clausuras de locales porque los propietarios han caído en el "error" de no extender una boleta.
El matrimonio de Juan Arriagada y María Elgueta sobrevive lo mejor que puede con sus ventas de artículos eléctricos en el Persa Biobío, con un local pequeño pero bien surtido. El marido llegó a comerciante después de perder su trabajo como electricista en la década del 80. "Empezamos de a poco, en la calle, incluso arrancando de los carabineros. Después nos dieron patente". Más optimista es Florencio Donoso, fabricante de bicicletas. Ex operario de CIC, en 1974 empezó a trabajar como comerciante y a poner en práctica lo que había aprendido en la empresa. Hoy da empleo directo a nueve personas, y se apresta a contratar nueve más para preparar el inventario de fin de año: "Todos son familiares, hijos, yernos o cuñados".
En cuanto a la cantidad del público y cómo ha variado en los últimos años, Donoso afirma que efectivamente ha notado un cambio. "Llega menos gente de fuera. Antes venían de Argentina y Paraguay, pero ahora no. También venían del sur. A las 8 de la mañana ya había gente esperando..." También los hay del barrio alto. "Antes no se veía este público, pero por datos empezaron a llegar". Es que los persas distan mucho de lo que fueron décadas atrás. Incluso varios han dejado de lado la denominación para transformarse en "centros comerciales", quizás para mejorar su "posicionamiento".
"Equilibrio precario"
"Los persas son centros comerciales que, en muchos casos, cumplen con las disposiciones formales como cualquier otro lugar, aunque todavía tienen que lidiar muy de cerca con la lacra del comercio informal", comenta Rafael Cumsille, presidente de la Confederación del Comercio Detallista y Turismo de Chile.
El dirigente advierte que la situación de los persas es de un equilibrio precario: "La mayoría se ha transformado en comerciantes establecidos. Los que antes trabajaban en la calle hoy tienen locales. Claro que ahora se quejan de que antes les iba mejor, cuando vendían en la calle, pero eso se debe a que antes no tenían obligaciones municipales, tributarias ni laborales, menos préstamos o arriendos". Culpa al Estado y sus políticas de que algunos comerciantes prefieran ejercer al margen de la ley: "La burocracia que afecta a los establecidos empuja a la informalidad". Y agrega que su organización estima que más de 100 mil personas trabajan en la informalidad, sin patentes ni permisos. "Con las tasas de desempleo actuales, a la gente le resulta muy difícil siquiera pensar en ser establecidos debido a las ventajas del comercio subterráneo".
Pero el dirigente insiste en pasar a la legalidad a los sectores que hoy están en el margen de la ley, debido a la enorme evasión tributaria que implica, calculada por el dirigente en US$ 100 millones al año.
Las regulaciones son sólo parte del problema. Lo cierto es que el mercado es cruel con los persas.
"Nuestro público era de Renca, Pudahuel... toda gente humilde. Pero ahora es la más golpeada por la crisis. Se han visto obligados a comprar en las grandes tiendas", señala Lautaro Marambio, bicicletero en el Persa Bulnes.
Y todo "porque les ofrecen comprar con tarjeta de crédito, mientras que nosotros sólo podemos vender al contado. La tarjeta de crédito nos ha quitado la clientela. Con los malls el comercio cambió de lo que era; por ejemplo, antes no se abría los sábados ni domingos. Ahora, los domingos están abiertos hasta las 11 de la noche".
Los comerciantes de los persas saben que el porvenir inmediato es favorable, pero no tienen claro por cuánto tiempo. Multitudes cada fin de semana así lo corroboran, hurgando entre los pasillos serpenteantes del Biobío. "Para la Pascua siempre suben las ventas", dicen. Pero su preocupación por el mediano y largo plazo trasunta lo que muchos otros también piensan: "¿Qué vamos a hacer si la cosa sigue mala?".
AFLUENCIA
15.000: personas visitan cada día de funcionamiento el Persa Biobío.
"Llegué como comerciante común y corriente hace 15 años. Antes era microbusero, pero la situación fue empeorando, igual que ahora", comenta Luis Jiménez, locatario de uno de los tantos centros comerciales denominados "persas" que hay en la capital, el Persa Bulnes.
Lo bueno fue que encontró una fuente de ingresos más interesante en la venta de accesorios y cachureos varios, que ahora le ha convertido en "patrón" de 15 personas y propietario de un centenar de locales. "Hay gente que llora, pero los comerciantes no pueden decir que están mal", agrega.
Los Persas constituyen una tradición comercial en nuestro país de hace más de 50 años, especialmente para los segmentos de clase media y baja. La denominación "persa" proviene de los mercados de las grandes capitales de Oriente, donde las ferias callejeras se extendían sin límites. Sus versiones criollas mezclan locales diminutos, unos pegados a otros, y vendedores ambulantes (con y sin patente municipal), que conforman un panorama bastante exótico de rarezas y antigüedades, desde discos de vinilo, baúles, accesorios para celulares, pinturas, armas, muebles y ropa.
Y según los comerciantes de los persas, la crisis ahuyentó a tanta gente como la que atrajo.
Vigilancia del SII
Los hay distribuidos en casi todas las comunas de la Región Metropolitana, aunque los más conocidos son el Persa Biobío, Persa Parque de Los Reyes y Persa Bulnes. Sólo en calle Balmaceda existen cuatro persas: uno de muebles, de autos, ropa y otro de baratijas varias. Por su parte, el Biobío se divide en al menos tres sectores: cachureos, ropa y muebles. Por norma, la atención es de viernes a domingo, más los feriados del año.
Según Camilo Valdés, dirigente de la Cooperativa de Plazas Techadas del Persa Biobío, unas 15 mil personas visitan cada día de funcionamiento ese sector comercial, que abarca unas 10 cuadras del sector entre las calles Franklin y Placer, desde San Diego hasta Carmen. Sólo en el Persa Biobío de calle Placer existen 1.200 locales, cifra que se multiplica varias veces al pasar a los galpones del sector antiguo, un par de cuadras más arriba.
Sin embargo, la delincuencia, la evasión del IVA y el dudoso origen de algunos de los "cachureos" ofrecidos en la calle ponen una guardia sobre la transparencia en la actividad de estos populares sectores comerciales. "Todos los días tenemos inspectores de Impuestos Internos", sentencia Valdés, quien se queja de las multas y esporádicas clausuras de locales porque los propietarios han caído en el "error" de no extender una boleta.
El matrimonio de Juan Arriagada y María Elgueta sobrevive lo mejor que puede con sus ventas de artículos eléctricos en el Persa Biobío, con un local pequeño pero bien surtido. El marido llegó a comerciante después de perder su trabajo como electricista en la década del 80. "Empezamos de a poco, en la calle, incluso arrancando de los carabineros. Después nos dieron patente". Más optimista es Florencio Donoso, fabricante de bicicletas. Ex operario de CIC, en 1974 empezó a trabajar como comerciante y a poner en práctica lo que había aprendido en la empresa. Hoy da empleo directo a nueve personas, y se apresta a contratar nueve más para preparar el inventario de fin de año: "Todos son familiares, hijos, yernos o cuñados".
En cuanto a la cantidad del público y cómo ha variado en los últimos años, Donoso afirma que efectivamente ha notado un cambio. "Llega menos gente de fuera. Antes venían de Argentina y Paraguay, pero ahora no. También venían del sur. A las 8 de la mañana ya había gente esperando..." También los hay del barrio alto. "Antes no se veía este público, pero por datos empezaron a llegar". Es que los persas distan mucho de lo que fueron décadas atrás. Incluso varios han dejado de lado la denominación para transformarse en "centros comerciales", quizás para mejorar su "posicionamiento".
"Equilibrio precario"
"Los persas son centros comerciales que, en muchos casos, cumplen con las disposiciones formales como cualquier otro lugar, aunque todavía tienen que lidiar muy de cerca con la lacra del comercio informal", comenta Rafael Cumsille, presidente de la Confederación del Comercio Detallista y Turismo de Chile.
El dirigente advierte que la situación de los persas es de un equilibrio precario: "La mayoría se ha transformado en comerciantes establecidos. Los que antes trabajaban en la calle hoy tienen locales. Claro que ahora se quejan de que antes les iba mejor, cuando vendían en la calle, pero eso se debe a que antes no tenían obligaciones municipales, tributarias ni laborales, menos préstamos o arriendos". Culpa al Estado y sus políticas de que algunos comerciantes prefieran ejercer al margen de la ley: "La burocracia que afecta a los establecidos empuja a la informalidad". Y agrega que su organización estima que más de 100 mil personas trabajan en la informalidad, sin patentes ni permisos. "Con las tasas de desempleo actuales, a la gente le resulta muy difícil siquiera pensar en ser establecidos debido a las ventajas del comercio subterráneo".
Pero el dirigente insiste en pasar a la legalidad a los sectores que hoy están en el margen de la ley, debido a la enorme evasión tributaria que implica, calculada por el dirigente en US$ 100 millones al año.
Las regulaciones son sólo parte del problema. Lo cierto es que el mercado es cruel con los persas.
"Nuestro público era de Renca, Pudahuel... toda gente humilde. Pero ahora es la más golpeada por la crisis. Se han visto obligados a comprar en las grandes tiendas", señala Lautaro Marambio, bicicletero en el Persa Bulnes.
Y todo "porque les ofrecen comprar con tarjeta de crédito, mientras que nosotros sólo podemos vender al contado. La tarjeta de crédito nos ha quitado la clientela. Con los malls el comercio cambió de lo que era; por ejemplo, antes no se abría los sábados ni domingos. Ahora, los domingos están abiertos hasta las 11 de la noche".
Los comerciantes de los persas saben que el porvenir inmediato es favorable, pero no tienen claro por cuánto tiempo. Multitudes cada fin de semana así lo corroboran, hurgando entre los pasillos serpenteantes del Biobío. "Para la Pascua siempre suben las ventas", dicen. Pero su preocupación por el mediano y largo plazo trasunta lo que muchos otros también piensan: "¿Qué vamos a hacer si la cosa sigue mala?".
AFLUENCIA
15.000: personas visitan cada día de funcionamiento el Persa Biobío.
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Sábado 7 de Diciembre de 2002
Diario el Mercurio de Chile.-
REFLEXIÓN:
Las presentes palabras de este artículo fueron expuestas en el año 2002, y si las llevamos al momento que estamos viviendo podríamos decir simplemente que fueron escritas no hace más de 24 horas.
El problema económico que hoy estamos viviendo en el País es de tal magnitud que esta historia se esta repitiendo exactamente igual que el año 2002, lo que esta indicando que por donde venga el problema siempre nos esta tocando a nosotros los más pobre del canasto con huevos, pero los del billete plástico se las ingenian como para hacer más billetes a consta de la necesidad de los pobres, pero estos no se dan cuenta de los altos intereses que lamentablemente tienen que pagar por las mismas cosas que se venden en los Persas y ferias de las comuna del País.
En este sentido es cosa de recordar ciertos acontecimientos que ya han pasado. Las Farmacias de Santiago, La polar, y tantos otros que se podrían manifestar.
Es por eso señora dueña y dueño de casa no asista sus inversiones con el billete plástico por que le costara mucho más caro y quedara endeudado “visite nuestra feria persa costanera norte de Renca” en donde encontrara de todo lo que ustedes esta buscando a un preció conveniente y sin recargo de deudas y será atendido por sus propios dueños, no olvidemos que las ferias de las comuna son el punto de encuentro de familias y amigos, las ferias ayudan a consolidar el desarrollo de un País, por lo que hace falta un poco mas de conciencia en los sectores populares de nuestro Chile.
Reporteando la feria de Renca
Camilo Cienfuegos
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